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viernes, 10 de marzo de 2017

Tanta daga

Vos sabés que a veces me pongo a pensar en histerias, fobias, pánicos, esas porquerías, y me digo que soy un cartel mal puesto en la calle, una actriz que tapa los destellos felices malactuando dos o tres destinos a la vez. Soy una desterrada, llena de regalos griegos.
Pero no soy la única, me parece. Miradas casi decrépitas en las fotos, salvo la del abrazo familiar, ruegos constantes por recuperar la infancia.
Tanta arruga en tan poco tiempo, preguntas en el "te acordás" de una primera persona plural...
 
Hay cosas que busco saber, asumo esta búsqueda desde un espacio que me impide envejecer. Y sus continuaciones madrazas, consentidas en la poesía. 
Y vos sabés que les tengo ternura. Por momentos a unos, luego a los otros, y así. Tan raro. Será esa pena que me han transmitido y que permanece en el tiempo, será que nunca he amado, que sólo percibo el cariño y la mecánica de la ayuda?. 
Esperaré. No tengo elección. A pesar de las palabras repetidas, lo que vale son los ojos. 
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Dicen que se fracasa cuando se parte de una ambición vacía, en lugar de hacerlo desde un sentimiento concreto. Pero puede haber fracaso en ambos casos. Y en los adyacentes.
Una sumatoria de corazones "dejándose elegir" es un ejemplo de que se puede, a pesar de haber presentado la renuncia, permanecer en el enganche de los entretelones. 
Yo soy una actríz fatal, ya lo sé, pero el diseño del repertorio principal tiene problemas, la música de cada una de las escenas hace agua, el guión está escrito con desgano y alegre desconocimiento. 

Harta, como vivir en un sitio del que no se forma parte. Vos sabés, tanto rejunte, tanta daga, tanto cariño sin pasión, tanta piel, tanta fobia, tanta histeria, tanto pánico. Qué necesidad, soportar en vida algo peor que la muerte, ser tantos en la misma cosa...

MabelBE

sábado, 4 de marzo de 2017

Un espacio no se hunde

En el corazón, una luz. Y genera la permanencia de escuchar con el alma, de retumbar en las entrañas, promesa de infinitud mientras dura.

MabelBE

sábado, 18 de febrero de 2017

Rosario Castellanos

 El otro

¿Por qué decir nombres de dioses, astros
espumas de un océano invisible,
polen de los jardines más remotos?
Si nos duele la vida, si cada día llega
desgarrando la entraña, si cada noche cae
convulsa, asesinada.
Si nos duele el dolor en alguien, en un hombre
al que no conocemos, pero está
presente a todas horas y es la víctima
y el enemigo y el amor y todo
lo que nos falta para ser enteros.
Nunca digas que es tuya la tiniebla,
no te bebas de un sorbo la alegría.
Mira a tu alrededor: hay otro, siempre hay otro.
Lo que él respira es lo que a ti te asfixia,
lo que come es tu hambre.
Muere con la mitad más pura de tu muerte.

El otro / Rosario Castellanos
poeta mexicana (1925-1974)

jueves, 26 de enero de 2017

Salvo la haraganería hiriente

Desvencijados de esperar, están tomando la costumbre de agacharse cuando pasa el viento en un colmo de pereza. Y de reagruparse en la suciedad, formando exhortos hirientes una y otra vez, adentro de un corazón tibio -pero no de tibieza.

MabelBE
· Los sucios en las sombras·

miércoles, 18 de enero de 2017

Sujeto al objeto

Luego de una confesión pura o de una sensación guardada que queda en situación primaria de libertinaje, pareciera que algunas entrañas necesitan depositar su aura energética de atención sobre cualquier objeto simple, cuya única característica valedera es la casual proximidad.
Sólo con su ubicación temporal el objeto logra tan supremo efecto. Más el guiño cómplice del extravío en la mirada.
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Casi nada, apartar el goce egocéntrico de feroz lastimadura, hallazgo impresionante, o explosión de alegría, que acaba de ocurrirle a la memoria de la psiquis o del corazón.
Finalmente, el considerar al objeto como sujeto amuleto, fetiche colorido, o el sitio donde depositar el sentimiento, puede tornarse el ítem inmediato. De allí al barranco de confusiones profundas, pocos pasos.
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Es increíble que un objeto logre esta circunstancia letal. Solo un objeto, y tan peligroso. Sólo un objeto, cuyo color es eventualmente gris desapercibido, o cuya textura es una simplona falta de profundidad. Pero sucede, en las almas aturdidas y/o confusas.
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MBellante
el objeto de la mirada extraviada

o del impotente