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viernes, 29 de enero de 2010

Necesaria

Habitaré tibiamente tus entrañas para salirme y volverme minúsculo, incompleto, ínfimo. Llenaré de silencio los mares, cruzaré de lado a lado la tierra. Volveré mi vista una y otra vez, para descifrarte y encontrar el canal que me devuelva. Lloraré mis dudas. Me haré más en vientres extraños, para ver el ciclo y elucidarlo. Abdicaré. La tierra me hará suyo, y me abandonará en lagrimas y sudor el agua. El viento me llevará consigo a dispersarme en otros ciclos. El fuego flameará mi olvido. / Gustavo Camacho.

martes, 26 de enero de 2010

Sueño


agujero de persona rota
desde afuera miro
envuelta en silencio muerto
entre esos pedazos de adentro
algo que brilla
atrae
[confirmarlo alguna vez]
[amor que empieza en un sueño]
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MabelBE. AKASHIA

domingo, 17 de enero de 2010

En buenas manos


Mimetizando el arraigo embravecido
esta boca entrega la muerte
a un instante que pasa.
Estar en buenas manos. Poema
otra vez: alas azules, halo, corazón
sonriente. Un canto de gohonzon.
Muda, sin prisa, me expongo
como inicio de gerundio..
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MabelBE

domingo, 10 de enero de 2010

Estaba tendido

Estaba tendido y tenía entre mis brazos un cuerpo como seda. Lo besé en los labios, porque el río pasaba por debajo. Entonces se burló de mi amor. Sus espaldas parecían dos alas plegadas. Lo besé en las espaldas, porque el agua sonaba debajo de nosotros. Entonces lloró al sentir la quemadura de mis labios. Era un cuerpo tan maravilloso que se desvaneció entre mis brazos. Besé su huella; mis lágrimas la borraron. Como el agua continuaba fluyendo, dejé caer en ella un puñal, un ala y una sombra. De mi mismo cuerpo recorté otra sombra, que sólo me sigue a la mañana. Del puñal y el ala, nada sé. / Luis Cernuda. Estaba tendido.

jueves, 31 de diciembre de 2009

Tomé el catalejo para saber qué ocurría


en la otra orilla alcancé a divisar a Li Po / que levantaba su copa de vino / y bailando / como un ebrio  / nos saludaba
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se lo veía feliz y yo era feliz y la felicidad / un lugar común / tan común que nos pertenecía a todos
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JOSÉ MARÍA PALLAORO