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lunes, 16 de septiembre de 2019

Ebelina 15

Acabo de estrellarme contra la palabra rencor
y nadie se ha dado cuenta.
Una sonrisa, arrancada de cuajo del gesto
que ya no volverá, impide ver la historia
de la historia.


Los misterios zumban. La escena finaliza en el comienzo. 

® Mabel Bellante, 1995

sábado, 2 de marzo de 2019

Ebelina 87

-No estoy acá, pero quisiera!
(a ver si puedo ausentarme del área de influencia del dolor…).
Ventana sin cielo.
Criarse entre menos sanidad de lo que se puede aguantar
es asunto serio.
Fracciono mi nombre, y así encuentro la conciencia
(a ver si encuentro un lugar donde guardarla).








Rastrear poros de manías profundas, sonreír bucólicamente, ver aquella forma conocida en las aguas quietas, al rato de la lluvia… Cuando se busca bien, que aparezcan actos de bondad es sólo cuestión de tiempo.

® Mabel Bellante, 1995

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Ebelina 01



- No es facil esconderse en una casa sin rincones.
Esiquio me ve aparecer, y sabe que no puede cambiarme.
Me cede un laberinto de calma para que me alimente
con penas.
Cuando Losquenuncafaltan me ven aparecer me ofrecen
un puente precario para soñar
o para soñar para vivir.
Tengo a mi lado la invisibilidad del Trébol,
y a veces al A-migo.
Luego, Agitanado intenta recuperar su pasado de imagen,
cierra el portón
que me recluye en un poster. Logro escapar
sentada sobre la primera de mis magias.
Cuando el Conglomerado de los Trece y Cualquiera me ven
yo llevo una carga de rencores ajenos
bajo las zapatillas, entre los fluidos de mi vestido de verano.
Y mi piel repele cambios.


Caminando con dificultad los jardines, casi sin poder respirar, con sombras acompañando las alas, me alejo hasta el agujero de la montaña que comparto con Ebelina, donde nunca necesito desaparecer.
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® Mabel Bellante, 1995

martes, 3 de junio de 2014

Ebelina 32


El A-migo tiene a una especie de fraterno en Esiquio.
Es así su elección. Otra garra, o un consuelo…
Sus otras elecciones posibles: las bóvedas
astutas pero fácilmente reseñables,
que hacen temblar territorios
ante la sola cercanía de semejante cooperación.
También la disfonía, el disfavor, los disfraces disimétricos.
O los lugares desiertos de la disfamia, tan cruel.
Tanto dis, tanta entraña llena de óxido,
juego de palabras entrañando otras contemplaciones.
Esiquio y A-migo invariablemente miran.
Sus miradas de vaca ponen límites a los diagnósticos apresurados
Están presentes los disparadores disimulados y el terror
en mi intuición, displicente, usual y femenina,
que intenta llenarse de amuletos
por las dudas.

Otra escena que finaliza en el comienzo. Esiquio mirando. El A-migo mirando. Al lado, Ebelina, que sonríe a todo ensayo y a todo hecho. Lo demás: extras.


® Mabel Bellante, 1995

martes, 31 de diciembre de 2013

Ebelina 58


Ebelina también ha dormitado la orden de escribirse.
Y ha angustiado la orden de enviar.
Sobre el riesgo del fin, en el aprender, espera
el movimiento suave que desate el ancla.
Como la gran mayoría, suelo llamar en silencio al monstruo
con absurdas repeticiones.
Y como siempre, el monstruo riega con muerte
a las Hadas del jardín
mediante el relato de las vivencias
de los pequeños hombres y mujeres de los Trece.
Ella teme que, al preguntarse si sobró especulación,
la respuesta desangre su luna
(pero al monstruo lo mató).
Ebelina ya puede acariciar el poema más preciado, el que no profiere reproches. Y yo captar mis primeras atenciones, aleluya hermano a semejante incomodidad.


® Mabel Bellante, 1995

miércoles, 2 de octubre de 2013

Ebelina 47


Lo malsano de las flores: su posible inexistencia.
En el recuento de acciones está bien claro y con mi firma.
Ya perdí unas cuantas vidas
en el intento de ser parcamente mimada.
Las perdí en torpes accidentes, donde fui
la acompañante malograda del conductor borracho.
Lo malsano de una explosión en la aldea sin paraísos:
su posible inexistencia
y el tener, de nuevo, que vivir.
Con mis muertos, entre los escombros, tanteamos donde vivir…
Miramos como diciendo –siento espanto, pero no lo sé.
Vagamos repitiendo -que asco, que asco, pero con tristeza.
Lo malsano del cielo: la posible inexistencia de los ángeles.
Tengo bien claro que la muerte mejora toda reputación
pero siento mucho apego a la longevidad.
Ebelina se empecina en donarme incorpóreos dibujos de amor, que se suceden como velos en el trasluz protector de cada día.

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® Mabel Bellante, 1995

jueves, 25 de abril de 2013

Ebelina 74


Abeja y miel pernoctan en cada gentileza de Esiquio.
Su suavidad es exacta, se refleja en un mar de primavera.
Vuelo de sesos, la mañana. Acabose obligado. Duelo animal.
-Y esa costumbre de sitiar por dentro el rincón
del trébol en el living de mi casa!, estallo
aunque sé que no tengo de qué quejarme.
Por un agujero se escurre la luz, se rehace y transmuta
cuando se le antoja
en lluvia de manzanilla, en rasguido o gorjeo,
en hondura de un viento leve, olas / en una locomotora / en
una rosa recibida / en el príncipe que la mira amoroso / en
humildad / en cuarenta y dos ángeles y medio, mas o menos.
Con sus cartas, Ebelina puede armarme un castillo
en el punto más alto. Y hasta con un cartel que diga “no
soplar”.
No tengo de qué quejarme, pero
cuando vuelvo a mirar el pico de la montaña
(allí arriba, tan alto)
pregunto cómo se hace para pedir amor.
El Linyera me contesta que su basenji se llama Amor y que el
cisne-ciruja es uno de sus hijos.


-Entre los destellos de esa exactitud verás bailar un vals como si fuera en el fondo del agua, será consecuente, hasta que los silencios cedan, hasta que las palabras alcen y vistan, hasta que ya no taches. A pesar de cualquier marcha atrás que se le ocurra a la vida, la danza sobre los ciclos no dormidos será plena, un shock, y -por fin- como la miel, reviviente, tranquiliza Ebelina.



® Mabel Bellante, 1995

jueves, 28 de junio de 2012

Ebelina 24


-¿Tu paraíso es artificial, ciempiés?, pregunta Ebelina
a un gusanito que camina por ahí.
Cualquiera, muy tranquilo, tan tranquilo
se calla y suspira, arde alcohol.
Corro a tomar mi lugar. En cuclillas
oigo los ruidos de la noche, oprimo a una paz sonámbula
me siento espiada por el colmenar de atrás.
Tomo la mano de Cualquiera y camino entre sus señales
crueles.
Se acerca Muchachón
desnudando similitudes y celos como un futuro sin mañana.
Ebelina: -Te dije mil veces que es verlos sin verlos,
¿cuándo aprenderás lo que sucede por lo que ha sucedido?
Cualquiera, y su vida cero maestril.
Cualquiera y Muchachón, que a veces se confunden
con un ciempiés.
Cualquiera, y su desgarbada fatalidad para nada inocente.

El olor de la ternura de un perro basta para narrar una noche desgarrada.

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® Mabel Bellante, 1995

lunes, 7 de mayo de 2012

Ebelina 11


No puedo presentir en días sin ahogo.
Así que, mientras espío agujeros con alegría casi tonta,
un infierno avanza hacia mi puerta.
Es como un estrago, como una nodriza arrebatadora de niñez
o compresora de utópicas vigilias.
¡Canción del alba y malvada!, una sugestión sucia
construyendo adeptos, Losquenuncafaltan a la deriva y
Cualquiera, buscando suicidarse en un vehículo de media
distancia, imita
a todos los cantantes que aparecen en el equipo de música
y asegura nunca haber visto al Linyera
aunque su perro casi mudo le está gruñendo.
La visión de una cama sin manchas donde acostar a mis nietos
me acorrala.
Ebelina se impacienta por ofrecerme un jardín, me recalca que el Fénix siempre regresa en estilo de flor.

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® Mabel Bellante, 1995

jueves, 22 de julio de 2010

Ebelina 70


El estado de ser un obstáculo puede durar también.
-¿Por qué no..?, me permito, mientras
en una foto más antigua que el tiempo de las horas
aguantan las sonrisas. No miden. No socavan. No abusan.
Tesis y antítesis de tantos ensayos sobre la vida.

-Las capacidades no son eternas. Ni los vínculos. Ni las flores en las ramas. Pero perdura el pensamiento o cierta razón, cierto fin, cierta logia de una lógica. En el sueño, un gigante alérgico espera detrás de la montaña. Con cada estornudo, los paseantes escuchan un llanto y se perturban. El gigante no es el monstruo, entonces ya son dos.


® Mabel Bellante, 1995

jueves, 3 de junio de 2010

Ebelina 44

Durante las lluvias suaves
Losquenuncafaltan son un silencioso mundo de rocas
que vibra con el riesgo ajeno.
Un mundo pequeño que nunca toma la sortija.
Copia fiel de millones, pierde sin cesar. Una calesita negra.
Sus giros afásicos me desvalidan, dejo de saber
a qué atenerme y, apenas como puedo,
me convierto en ascuas.
Desesperada de equilibrio, rastreo un cartel reverberante
que exprese algo así como “se encuentra usted con un pie
adentro de una multitud
que suele tornarse violenta”.
Ebelina y el Linyera me ofrecen consejos que no tomo.
El humor me ofrece consejos que no tomo.
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Entre el descontrol viene una de esas tormentas furiosas a revolver el tiempo, me levanta la mano con un dejo rancio y ahí nomás la muy zángana recomienza esas crueldades a las que estoy acostumbrada: todos los libros se desparraman, ideas e ideas revueltas en el piso. Ebelina decide no inmutarse, se coloca auriculares y escucha negros spirituals.

® Mabel Bellante, 1995

jueves, 6 de septiembre de 2007

Ebelina 88



Me gusta así, como las canciones. Que empiece fuerte.
O sobrenatural.
Que el eco del sonido suba.





Montaña rusa de madera, tarde de sábado. Brisa en los ojos. Hacia arriba, a ese punto sutil que junta, une, deshiela y funde.

          ® Mabel Bellante, 1995

lunes, 8 de enero de 2007

Ebelina 02



Ebelina necesita oir y oirse.
- Recuerdo aquel día, cuando el padre…
- ¿y ustedes?, cuenténme un cuento.
- ¿No?
- ¿Si?
- ¿Hay alguien?
Las palabras se golpean unas contra otras.
Finalizan los choques sobre su blusa de luna, sobre su voz
sola.
Quiere. Pero no se existe a su lado.
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Así se deciden los retornos, con velos de tiempo rasgado, con la eternidad en el espíritu.
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® Mabel Bellante, 1995

miércoles, 27 de diciembre de 2006

Ebelina 54


Se inunda de calor este día de mayo
con las nubes explosivas del diciembre que pasó.
Ebelina hace muecas, se desespera imitando a la flor
del tulipán, su corola o la sencillez del color.
Yo ruego a la diosa cajafuerte, patrimonio de Sanguijuela
hasta que ésta se convence de la obra poética
y comienza una insistencia por comprarla
que terminará en nada, porque me enamoro
y entonces ya no puedo relatarle crueldades
bruscamente literarias.


-Debajo de un almohadón hindú, algún día, alguien predestinado encontrará un calendario, cenizas azules, el puntapié del fin, y algunos dolores de más, ululo perturbada. Busco patentar el instante exacto de mi nacimiento. No soporto compartir un poco más allá de lo visible, y cosas parecidas, mientras las vueltas de las aletas del ventilador multiplican todo.


® Mabel Bellante, 1995